Siempre me ha dado miedo meterme en un pantano. Estuve durante mi infancia y por mucho tiempo atemorizado y traumatizado por del terror que despertó en mí ese asesino de los pantanos llamado “Jason” y la película Viernes 13…pero tenía que hacerlo. Tras los años ahora soy amante de las pelis de terror y ningún pantano verde y silencioso podrá con mi curiosidad indomable por ver con mis propios ojos qué se esconde ahí abajo, donde antes vivía gente…
De las decenas de pueblos hundidos que hay en nuestro país, 5 pantanos fueron los que escogí para explorar durante 7 días sin descanso recorriendo media España en furgoneta,…y durmiendo ahí, junto al pantano. En esta ocasión me acompañaba Juanlu, un buen amigo al que agradezco toda su ayuda y actitud, y que pese a que inicialmente bucearía conmigo, tras un primer intento decidimos que no era buena idea. Un pantano con una angustiosa visibilidad de en ocasiones menos de 1 metro no era sitio para alguien que se inicia en el buceo; Es algo serio incluso para experimentados como yo.
Así que una vez más volví a “mis orígenes”, a la soledad bajo el agua, a explorar en solitario superando todos mis miedos, pues mi corazón y estómago permanecían encogidos durante cada segundo que pasaba en las entrañas del pantano, en el mundo del lodo…
Si, me da miedo bucear en un pantano. Bastante además. Un miedo irracional sin duda, pues poco más que muros, árboles muertos y piedras salieron a mi encuentro. Ninguna mano me agarraría la pierna, ninguna corriente me arrastraría hacia la presa (bueno, era poco probable), ninguna especie de animal del pasado me esperaba en el fondo.
Sombras, sombras y más sombras habitan hoy día en estos pantanos que mezclan historia, tragedias y en muchos casos muerte.
Un mundo de lodo y silencio que descubrí en solitario y que me removió una vez más muchas cosas por dentro, volviéndome a sentir vivo, en este tiempo en el que mi pasaporte anda confinado mientras que mis sueños y ansias por explorar mundo se desconfinan en mi mente con cada despertar.