Para un total desconocedor del Vudú, como era mi caso antes de recorrer cámara en mano la cuna del Vudú, Benín es el lugar ideal para entender esta religión tan compleja. Una religión estigmatizada por el cine y la mala prensa, basada en las fuerzas de la naturaleza y el culto a los ancestros. Aunque la tradición vudú y animista es común a muchos países africanos, Benín se reivindica como cuna de esta religión reconocida oficialmente y practicada habitualmente por más de 30 millones de personas a lo largo del golfo de Guinea. A pesar de sus miles de años de antigüedad su práctica sigue más viva que nunca allí. Por mi parte, todo eran prejuicios y una imagen totalmente distorsionada de esta religión, siempre relacionada por el mundo occidental con la magia negra, los muñecos de trapo atravesados por alfileres, los sacrificios de sangre, los hechizos y la brujería. Allí pude ser testigo de rituales, ceremonias, actos mágicos y sacrificios a lo largo de todo el país, llegando a entender la religión tan fascinante que se esconde detrás de las mentiras que Hollywood nos vendió. Allí no hay zombies ni muertos vivientes, sólo tradición, raíces y la magia que envuelve a estas culturas tan fascinantes arraigadas a su tierra y sus creencias.