Tres o cuatro días habían pasado ya desde el comienzo de la aventura. Mi termómetro indicaba que seguíamos rondando los -24 grados y nada sabíamos de Marious, nuestro guía inuit. Las llamadas a través del teléfono satélite eran diarias para intentar saber si algo había ocurrido. Este sencillo teléfono era nuestro seguro de vida, pues en lugares tan remotos es la única forma de contactar con el exterior y organizar un posible rescate.
Pasaban las horas y de un momento a otro, a lo lejos aparece una pequeña mancha negra que no tenía ningún sentido que estuviese ahí, en medio de la nada. Esperanzados , nos fuimos acercando para comprobar poco a poco que era una mancha “con vida”. Era Marious y su séquito de perros! . El encuentro fue emotivo y por fin el equipo estaba completo.
Marious había estado durante días intentando salir de una zona en que la nieve tenía un espesor de 1 metro, y donde los perros quedaban literalmente enterrados en ella sin poder avanzar con el trineo. Marious no lo había pasado nada bien y la cara de alivio al encontrarnos era evidente. 12 simpáticos y a la vez agresivos perros (entre ellos), nos acompañarían hasta el final de la aventura. El trineo de Marious era bien sencillo. Madera, cuerda, pieles, hornillo, tienda, rifle, carne, combustible y su propio GPS. (es un Inuit moderno).
Después de dar un día de margen para no agobiar, empecé a entablar lazos con Marious y a hablarle de mi proyecto alrededor del Ártico. También le hablé de Córdoba 2016 y en cuanto vi el momento le “tuneé” al pobre su trineo con la bandera de la candidatura 2016….
Con solo 24 años tenía dos hijos a los que mantenía a través de la caza y colaborando con algunas expediciones como la mía. Pronto le propuse tomarme unas vacaciones de pulka y viajar con él en el trineo, cosa que aceptó de momento.
Pese a que ejercía labores de guía, estaba dispuesto en todo momento a cazar si “olfateaba algo” . De echo él no viajaba realmente con nosotros, mas bien aparecía y desaparecía con sus perros adelantándose para abrir huella en la nieve y tratando de buscar algo para cazar. Echándole un poco de morro, y usando la escusa del documental, enganché mi pulka a su trineo y ambos nos marchamos dejando al resto del equipo atrás. Nada cazamos, es cierto, pero fue una experiencia de lo mas bonita.
Mientras los pobres perros tiraban y tiraban, nosotros charlábamos, y en el momento oportuno le saqué el tema del calentamiento global. Me costó trabajo hacerle entender de lo que estaba hablando, pero una vez que me expliqué (ambos en inglés básico) y entendió a lo que me refería , se puso a hablar sin parar sobre el tema. Por supuesto mi cámara llevaba rato filmando desde abajo y un poco a escondidas, pues ya me había percatado de que la cámara y las fotos no le gustaban mucho.
Trineo en marcha, y Marious y yo encima hablando sobre el calentamiento global….
La visión de Marious sobre el tema me sorprendió, pues lo tenía muy claro. El hielo desaparecía de un año para otro. No se trataba de una percepción, pues sus explicaciones eran muy claras y objetivas. Recuerdo que en una parada se esmeró en dibujarme un mapa en la nieve sobre el que me explicó que hace tan solo 5 años el hielo llegaba hasta mar abierto y ahora apenas ocupaba la mitad del fiordo. Algo impactante. En pocos días, me comentó, yo mismo podría comprobarlo en persona, pues pasaríamos por el borde de la banquisa helada y vería el espacio dejado por el hielo desaparecido.
Montar en un trineo de perros es una pasada. Te sientes…no se, salvaje?. Verte avanzando por nieve virgen con un cazador inuit y con un medio de transporte tan ancestral no tiene precio. Cierto es que de vez en cuando venían unos olores de lo mas desagradables, pues los pobres perritos , del esfuerzo, solían cagarse mientras tiraban y claro, tanto yo como Marious nos lo comíamos todo…
Llegaba la noche y la expedición se detenía. De nuevo tocaba montar el campamento. Ahora con los perros la situación era mucho mas segura y no era necesario montar el cerco de seguridad con la cuerda, pues los perros son la mejor alarma ante la presencia de un oso, y es mas, lo primero que hacen los cazadores antes de abatir a un oso es lanzar los perros para que lo acosen mientras el cazador asegura el disparo. Supervivencia en estado puro,no?.
Marious ataba sus perros, montaba su tienda junto al trineo y a modo de bienvenida nos preparó una sopa de pasta con bolitas de “algo” y un buen estofado de carne de buey almizclero. Un consejo para futuros exploradores polares: Cuando la carne esté lista y en el plato, nada de hablar, solo comer y comer pues, si te descuidas un minuto mas de la cuenta, la carne pasa directamente a la sección de congelados del Mercadona… ya me entendéis, y cualquiera tira la carne que con tanta ilusión a cazado y cocinado nuestro cazador. Nos teníais que ver intentando comer ese “polo” de pura carne helada…