Aquel era mi último día en Siorapaluk, pero esperaba visita “en casa” y desde el amanecer ya me colgué los prismáticos para explorar el horizonte.
Hay un explorador al que admiro desde siempre, Ramón Larramendi. Un tipo peculiar que ha explorado los rincones mas remotos del ártcio y la Antártida.
Un día en Madrid decidí presentarme en su agencia y conocerle. Ya contaba con que no me tomaría muy en serio cuando me presenté sin avisar y le hablé sobre mis proyectos y mi intención de explorar bajo el hielo el norte de Groenlandia. Casualmente él tenía intención de visitar esta zona guiando algún turista millonario en las mismas fechas en las que yo estaría en Siorapaluk. Y en eso quedamos, en “vernos por allí”, sin más. Se que para nada esperaba encontrarme allí…
Pues a eso de las 6 de la tarde la comitiva de trineos y perros llegó a Siorapaluk, y allí estaba yo, esperando para decir “ hola Ramón!!”. La cara que se le quedó fue curiosa, entre otras cosas porque mi plan era acompañarlos durante su travesía de caza por la zona. Pero claro, no contaba con que a Ramón (según me confesó días después) no le convencía que alguien de fuera de su grupo de turistas (3 personas que habían soltado mucha pasta) le acompañase, pues los que habían contratado sus servicios podían quejarse y no era una buena imagen para su agencia.
Pero una vez que nos estrechamos la mano me dijo: “estamos en el fin del mundo, y aquí ya todo da bastante igual…vente con nosotros”. Ese es el Arctic Spirit, como le llamo yo!
Y ahora viene lo absurdo de esto. Y es que pasadas sólo 2 horas de su llegada yo ya no quería ir con ellos…mmmm. Me explico. La esencia de todo lo que yo hago es la aventura. Vivirlo y sufrirlo. Una expedición “guiada” ya no me gusta. Prefiero caerme en mil grietas a que me lleven de la mano. Pero yo no era quién para dejar tirado a Ramón después de su generoso ofrecimiento, así que agarré mis cosas y al trineo sin rechistar … 🙁
Si algo mereció la pena durante aquellos días fue compartir vivencias con Ramón. Aprender de él y de los Inuits que nos acompañaban. Aproveché para dar un Master polar a Ramón y su séquito sobre bucear en el hielo. Lo pasamos bien…
Ramón, ocupas mucho sitio en la tienda coño.