Tras unos días para asentarme de nuevo en Córdoba y pensar un poco sobre lo acontecido encuentro un hueco para escribir estas líneas y compartir la historia de mi aventura en Islandia. Mi intento de cruzar el glaciar más grande de Europa no salió bien…y sin embargo ha sido una de las expediciones con las que mejor sabor de boca he regresado. Evidentemente la frustración, decepción, sorpresa y tristeza rondaban y rondarán por dentro durante un tiempo, pero todas esos sentimientos son calmados con lo aprendido y unas conclusiones personales que no tienen precio.
Ya hace años que tengo en mi poder la brújula que acompañaba al capitán Jack Sparrow, la cual sólo indicaba el rumbo hacia donde realmente quería dirigirse el pirata. Una brújula que no dejaba de moverse y que de vez en cuando y sólo de vez en cuando marcaba un rumbo fijo. Esa brújula tan oscilante resulta que se detuvo sobre el glaciar más grande de Europa y por sorpresa para mí, marcaba el rumbo contrario al que me dirigía. La brújula me marcaba un rumbo que me sacaba del glaciar justo por donde había entrado y me hacía regresar al punto de partida, mi casa… Os podréis imaginar mi sorpresa ante dicho descubrimiento. “¿Podría estar rota la brújula?, es una opción. Bueno, revisaré el GPS…mierda, me indica lo mismo…rumbo opuesto al que me dirijo, ¿cómo puede ser?”…¿Quizás haya sido la expedición más corta de la historia?, ¿debería llamar al Guiness?, ¿podría escribir otro libro de esto?..en fin, os cuento tal cual lo que ocurrió.
Capítulo 1: “La culpa la tengo yo… y un poco Groenlandia”
El plan original para este año era intentar por segunda vez (el año pasado ya cancelé el mismo plan al echarse atrás mi compañero) cruzar Groenlandia con cometas de Este a Oeste acompañado por Darío, un nuevo amigo. Antes y después del cruce exploraría buceando bajo el hielo ciertas regiones de la costa donde no tenía noticias de que se hubiese hecho antes. Tras un año de preparativos, entrenamientos en Noruega y gastar mucha pasta, conseguimos el visto bueno del departamento que lleva estos temas en Groenlandia pero desde Dinamarca (país al que pertenece Groenlandia), justo un mes antes de nuestra partida el gobierno nos lo deniega y nos pide un aval bancario de 26.000€ para concedernos el permiso. Pese a intentarlo por varios medios nos resulta imposible conseguir el dinero y me veo obligado a cancelar. Dos años, dos intentos, dos cancelaciones…desesperación total.
Capítulo 2: “Plan B”
Afortunadamente el plan B ya estaba más o menos pensado. Cruzar Islandia de Este a oeste atravesando entre otros el Vatnajokull, el glaciar más grande de Europa. Bucear en ciertos lagos glaciares de Islandia completarían la aventura. El problema era que mi compañero para Groenlandia no se animaba con Islandia y necesitaba un acompañante para poder llevar todo el material necesario. Hacerlo solo era imposible. Tras buscar a la carrera contacto con Javi, un antiguo alumno de buceo con muchas ganas, ilusión y actitud. Un chico además fuerte y sanote a sus 22 años. Además Javi tiene experiencia como cámara por lo que llegamos a un acuerdo y tras lanzarse se haría cargo de la filmación de la aventura. El punto delicado era su inexperiencia en este tipo de entornos y que jamás había usado unos esquís…tras darle vueltas me decido a llevarlo conmigo, pues al fin y al cabo la mente es lo más importante en este tipo de retos (eso pensaba), y a modo de confesión, la primera vez que yo me puse unos esquís fue en una travesía de 10 días arrastrando 80 kg por la costa este de Groenlandia…si yo que casi no he pisado gimnasios pude, él que se machaca con las pesas ¿por qué no podría?
Capítulo 3: “A contra reloj”
Como locos comenzamos a preparar todo y a probar unas nuevas pulkas (trineos) tuneadas para la ocasión con el objetivo de arrastrarlas por zonas de piedra y tierra en la entrada al glaciar. Una extraña sensación ronda mi cabeza…”las cosas no se hacen así…” algo me decía que estaba forzando la máquina, pues el estrés de tanto correr no me dejaba disfrutar del momento, y ¿para qué hacer todo esto si no es para disfrutarlo?. Quizás la responsabilidad de los patrocinadores, marcas, etc…me sentía en parte obligado a salir corriendo a una nueva aventura…Obligado…
Capítulo 4: “Desconocidos”
Javi y yo “convivimos” durante el tiempo en el que él hizo su curso de buceo (4 días), nada más. No nos conocíamos realmente pero su juventud desbordada y ansias por descubrir me parecían unos valores muy válidos para cruzar Islandia. A las pocas horas de comenzar el viaje me di de bruces con la realidad…Javi tiene 22 años y yo 39…todo iba bien aunque pronto tomamos los roles normales con tanta diferencia de edad. Yo era el “Tito” y él el “sobrino”, yo “regañaba” y él “reaccionaba”, yo le “pedía ayuda” y entonces él “colaboraba”, yo le decía que “bajase de la parra” y el “aterrizaba un rato”, yo le decía que “dejase un minuto el movil”, y él decía que “mandaba fotos a sus colegas”….curiosa relación…el viejo cascarrabias cuadriculado y perfeccionista y el adolescente del siglo XXI. Supongo que desde el minuto cero ambos hicimos un esfuerzo por “soportarnos”, pese a que con Javi todo es positividad y buen rollo. Aunque me diese coraje darme cuenta, en muchos detalles (no todos) Javi era un reflejo de mí a su edad y seguro hubiésemos compartido grandes aventuras si nos hubiésemos conocido con la misma edad.
Capítulo 5: “En camino”
Al principio me costó, pues al ser yo “el experimentado” Javi simplemente me seguía y no prestaba mucho interés ni colaboraba por sí mismo, pues claro, es mucho más cómodo viajar siguiendo al guía que ponerse las pilas y resolver las miles de cosas que surgen. Afortunadamente después de un par de tirones de oreja Javi se puso las pilas. Tras un par de días en Reykiavik (capital de Islandia) tenemos todo listo. Las previsiones no son buenas y el viento sopla por todos sitios aquí temiéndonos lo peor allí arriba en el glaciar. Movernos con los esquís, trineos, material, comida…no es nada fácil ni barato aquí, pero finalmente conseguimos llegar a la costa este y tras bajarnos de un bus que nos abandona en medio de la nada comenzamos a tirar por primera vez de las pulkas arrastrándolas por un camino de tierra y piedras que pondría a prueba mi invento. Tras pocos minutos algo me causa inquietud, Javi se va quedando atrás en el camino.
Capítulo 6: ” Cuesta arriba”
Las cosas no van bien. No hemos llegado aún al glaciar y las pulkas empiezan a sufrir el exceso de peso y el arrastre sobre piedras. Aunque el invento funciona y la idea es buena, tras un día de progresión tengo la certeza de que no aguantarán 3 días por caminos de piedras. Decidimos parar, pensar y buscar soluciones. Tras mover algunos contactos conseguimos un 4×4 que nos acercará un poco a la entrada al glaciar evitando romper las pulkas en el camino. Javi experimenta por primera vez lo que se siente al llevar una mochila de 20 kg a la espalda y a la vez arrastrar otros 20 kg en el trineo. Le cuesta y avanza lento pero confío en que coja ritmo y su actitud lo compense.
Capítulo 7: “-20ºC”
Por fin alcanzamos el glaciar y comenzamos la auténtica travesía. Esquís, Pulka, Mochila y frío, una difícil combinación para alguien sin experiencia previa. Cruzo los dedos y avanzamos, pero la realidad se planta frente a mí, Javi se sigue quedando atrás por lo que cada poco tiempo tengo que detenerme y esperar a que me alcance para acompañarlo en “la penitencia”; Aún así poco después me giro y sigo viéndole como un punto negro en la lejanía. Repartimos bien el peso, revisamos los esquís, etc…todo esta bien pero Javi me confiesa justo sobre el glaciar que nunca se ha entrenado para tener fondo. Pesas sí, fondo no, mala combinación para una aventura polar. También me confiesa que él, como adolescente cachas que es, siempre come muchas veces durante el día y cada poco rato necesita comer y comer, proponiéndome continuamente parar para cocinar la pasta reservada para la noche. Lamentablemente en este tipo de travesía nuestra dieta durante la progresión se reduce a chocolate, frutos secos, barritas energéticas, etc…es todo lo necesario, pero para un joven acostumbrado a llenarse la tripa cada dos horas es una auténtica putada.
Capítulo 8: “Mala pinta”
Ya me habían avisado del reto al que me enfrentaba con el Vatnajokull. Vientos fortísimos, cambios en el clima, lluvia, visibilidad “cero”, una combinación de circunstancias que me hacían estar muy nervioso al tener la responsabilidad de llevar a un joven sin experiencia a mi cargo. Cada paso, cada movimiento, cada cambio de ropa, en todo tenía que estar pendiente de Javi para velar por su seguridad. El plan se estaba yendo a la mierda desde el primer día. La idea era avanzar 18 km cada día pero no recorríamos más de 6. Por su parte Javi se centraba en dos cosas, intentar sobrevivir arrastrando un poco más el trineo y hacerse vídeos con la Gopro para los colegas mientras que desatendía filmar y tomar imágenes de la expedición en sí. Todo esto se complicó aún más cuando al segundo día Javi empezó a tener problemas de congelación en las manos. Todo tenía muy mala pinta.
Capítulo 9: “Cambio de planes”
Los planes se descuadraron desde el principio. Dí por hecho que ni Javi ni las pulkas aguantarían los 20 días que teníamos por delante, por lo que planteo como meta cruzar el glaciar, encontrándome con un problema añadido y es que si alcanzábamos el otro extremo del Vatnajokull y diésemos la aventura por finalizada allí no tendríamos manera de salir por nuestros medios y tendríamos que solicitar una “recogida” con vehículos especiales previo pago de una cantidad de € que prefiero no comentar. Nuestro presupuesto estaba de sobra superado y no era una opción para nosotros. Seguimos avanzando a muy mal ritmo y necesitaríamos el doble del tiempo previsto (10 días para el cruce del glaciar) para completar la travesía. Las condiciones de meteorología y viento son malas y no quisiera imaginarme a Javi arrastrando la pulka a la vez que nos atrapan vientos del 50km/h con una sensación térmica muy baja. Por las noches era casi imposible dormir pues pese a levantar un muro de nieve alrededor de la tienda los vientos se mueven a sus anchas casi 360º por lo que en mitad de la noche sobresaltados salíamos corriendo para ampliar el muro o recomponerlo cuando el viento lo tiraba. No lo veía nada de claro y la idea de retroceder ya me rondaba la cabeza. Las cuentas para completar la expedición no salen y antes de seguir avanzando y complicar las cosas cabe la posibilidad de dar la vuelta y aprender de este “resbalón”. No me siento cómodo, no estoy bien y la responsabilidad de cuidar de alguien me hace pensar más en él que en la aventura. Pese a que Javi se resiste a dar la vuelta le hago entrar en razón explicándole cual es la situación real más allá del “fracaso” de una expedición. Parece que poco a poco lo comprende y acepta.
Capítulo 10: “El personaje Vs yo mismo”
Un día más, mientras arrastro la pulka reflexiono conmigo mismo sobre la situación y los motivos que me han llevado a cruzar Islandia. Aquí sobre el glaciar no tengo que dar explicaciones a nadie, sólo a mí mismo. Ante mi sorpresa mi realidad es que yo no quería estar allí. El único culpable y responsable de la situación era yo. Mi responsabilidad con ciertos patrocinadores y marcas me había hecho precipitarme y no pensar bien las cosas. No era ni el momento ni la manera de plantear el reto de Islandia. Como dijo el rey, “me he equivocado y no volverá a ocurrir” .
A veces cuando uno entra en cierta vorágine de medios de comunicación, marcas, prensa, patrocinios,etc, poco a poco se va creando un personaje mediático que si se descuida puede olvidar los motivos por los que hace este tipo de aventuras. Cuando uno deja de disfrutar haciendo lo que hace todo deja de tener sentido y yo no quería estar en Islandia…el “aventurero Paco Acedo” sí, pero yo no. No era el momento ni el lugar, así que viendo la situación y siendo honesto conmigo mismo, antes de complicar más las cosas decidí volver por donde había venido. Así de simple.
Me siento en la obligación de pedir ciertas disculpas pues prometí ir actualizando por Facebook el progreso de la aventura, pero honestamente la verdad es que cuando comencé a toparme de frente con la realidad me dio cierta vergüenza compartir en directo el “patinazo”, por lo que quedé expectante y en caso de dar media vuelta (como fue el caso) dar la explicaciones con calma al regreso.
Esto ha sido un punto de inflexión y me siento bastante bien. Siempre me han gustado los puntos de inflexión. Ayudan a tomar perspectiva y ver hacia donde se dirige uno, y si para eso hace falta tirar por tierra tanto esfuerzo, volver con las orejillas agachadas o palmar un dineral como ha sido el caso, pues bienvenido sea. Merece la pena el precio. Al fin y al cabo he de reconocer que todo esto de la aventura y el “explorador” no deja de ser simplemente un juego para mí, una forma de viajar, buscar emociones, conocer culturas sea en el frío o en las islas del Pacífico…todo lo demás forma parte del “personaje”. Jamás me consideraré un auténtico “explorador”, eso son palabras mayores, y mucho menos un “héroe”, eso me parecería casi un insulto. Los auténticos héroes no son ni exploradores aventureros, ni deportistas, ni artistas, ni futbolistas como muchos pensáis. Sobre las alfombras rojas no camina ninguno de los que deberíamos llamar héroes. Esos tipos se encuentran escondidos currando en ONG´s, ayudando a la gente, salvando vidas o intentando salvar el planeta y los bichos que lo habitan.
Nada más de momento. Ahora toca currar con mi escuela de buceo y disfrutar del verano…luego quién sabe lo que vendrá.
Gracias Javi por tu actitud, valentía, respeto y resignación ante mi decisión de dar la vuelta. Eres y serás un tío grande!, Repetiremos seguro! Abrazos!