El final de esta aventura estaba a la vuelta de la esquina, demasiado cerca para mis muchas ganas de frío.
Después de casi dos semanas mi cuerpo estaba resentido. Las fuerzas me empezaban a fallar y el cansancio ya era continuo, pero por dentro no estaba nada cansado, solo por fuera. Ya estaba totalmente habituado a la tienda, el hornillo , a beber nieve, las comidas de sobre, el frío…. y no, a la pulka no, la odiaba a muerte!, pero se que tarde o temprano me reencontraré con ella y haremos las paces.
Los perritos y Marious también eran ya parte de la familia. Durante los últimos días Marious y yo aprovechábamos algunos huecos para “superar” mi miedo a las armas disparando hacia la nada y eso creó muy buen rollo entre nosotros.
En fin…que esto se acababa y yo quería mas. Por suerte , ya hace tiempo que aprendí que todo se acaba y la mayoría de las cosas se convierten solo en recuerdos o una bonita colección de experiencias. Mi realidad es otra, la que yo he buscado, y está bien lejos de Groenlandia, y aunque lo pueda parecer…nada se escapa, las marcas ya están hechas en el suelo, la nieve, la tierra o el asfalto. Mis pies se mueven solos…