Me marchaba de Thule. A partir de hoy mi rumbo sería Sur, aunque siempre busque el rumbo norte.
El destino y mi última aventura me llevarían a Ummanaaq, donde quería hacer mis últimos buceos y visitar el “Childrens Home”, un orfanato dedicado a rescatar jóvenes inuit que han intentado suicidarse, o de los que han abusado, o de familias alcohólicas.
Mi contacto en esta ciudad era Jens Kristiansen, un amigo de la familia de Joanna al que supuestamente avisarían de mi llegada para que me abriese su casa. Y lo hizo, aunque no como yo esperaba…
Tras pasar sólo otra larga noche acampado en las montañas que rodeaban el aeropuerto de Ilulissat, un helicóptero me “dejó” en la caseta que supuestamente era el helipuerto de Ummanaaq. Tras algo así como dos horas arrastrando por el pueblo mi pesado petate localicé la maldita casa escondida de esta familia. Llamé a la puerta (olvidando que eran como las 8 de la mañana), y al rato abrió un tipo borraaaacho como una cuba. Era Jens. Uffff, que cuerpecito se me quedó al ver el panorama amig@s.
Afortunadamente Jens hablaba algo de inglés y no se si por borracho o por buena gente me invitó a pasar. Le intenté explicar qué hacía yo allí, pero no tenía ni idea de mi existencia….nadie le avisó.
Finalmente me hice entender y le casi obligué a llamar por teléfono a Joanna que hizo de intérprete. No había problema. Me quedaba en su casa. Aquí no hay sitio en el que alojarse, así que pensé: o en la calle o en casa de un borracho. No option…
Los tres o cuatro días que pasé allí fueron un infierno. Hasta ansiedad me entró. El tío estaba borracho todo el día. Acordé pagarle algo por dormir allí y no sólo al final me pedía mas pasta, sino que se lo gastaba todo en cerveza. Yo evitaba estar en casa a toda costa, pero no contaba con que por primera vez en la historia de este poblado, el mar en esta fecha estaba deshelado. El cambio climático se mostraba de nuevo ante mi. Bucear sin hielo para mi no tenía sentido, así que mis exploraciones submarinas habían llegado a su fin. Por este motivo pasaba mas tiempo en la casa del que quisiera.
Por las noches Jens llegaba y a mi me entraba no se qué cosa. Os juro que pude imaginar lo que sienten esas mujeres maltratadas cuando sienten que el hombre vuelve a casa a las tantas borracho. Jens me despertaba fuese la hora que fuese cuando llegaba de madrugada. Me gritaba “Pukka, pukka!!” (jamás aprendió mi nombre), are you hungry?…y yo callaba como oso hibernando…insistía cada 5 minutos…yo escuchaba como se me echaba casi encima con la borrachera.
Uno de esos días en los que no pude escabullirme, Jens me explicó gráficamente y exaltado por el alcohol como su hermano (foto en mano) se había reventado los sesos (literal) unos años atrás con una escopeta. Le pregunté el motivo y sólo me supo responder…”no se”. Tal malestar me causo esta situación que ni una foto tengo del pobre Jens.
Otra noche aquí mi amigo, se presentó a las 4 de la mañana con otros dos colegas todos borrachos. Yo dormía en la planta de arriba, pero tuvieron el detalle de subir a saludar y mirar como dormía el turista. Yo aguanté como un campeón sin moverme, y después de pasar los tres toda la noche borrachos dando aullidos en el salón, se durmieron cada uno donde pilló. Era mi momento. Ahora o nunca. Guardé todas mis cosas con movimientos muuuy lentos. Escribí una nota de agradecimiento, y como zorro que abandona gallinero salí por patas…
Ahora me enfrentaba a un nuevo reto. Que carajo hago yo con mi vida ahora. (Nota: eran las 7 de la mañana y pelaba de frío). Ahora me hace mucha gracia, pero el mal rato fue para verlo.
Aguanté como un jabato vagando sin rumbo hasta las 9 y me planté en el “Childrens Home”. Pregunté por la directora que según me dijo me estaba esperando tras recibir mi emal meses antes.
Este lugar tan especial sería mi nuevo hogar. Bien….